lunes, 16 de mayo de 2011

DANIEL PENNAC. Mal de escuela


¿Qué recordamos de las numerosas conversaciones que mantuvimos con nuestros profesores o maestros? Recuerdo que fueron numerosísimas, al igual que los docentes que en mi larga vida de estudiante (pues no conozco otra) he tenido. Es normal supongo, se desvanecen la mayoría, al igual que las ideas que nos quisieron transmitir y las nociones de historia, álgebra o biología que impartían, pero no se desvanecen todas; siempre quedan esas frases que responden a las preguntas que un adolescente considera interesantes y que más de una noche nos quitó el sueño. Solemos recordar aquello que creemos que puede resultarnos valioso, o es anecdótico para nosotros, por ejemplo, esta es una de las razones por las que he disfrutado leyendo el libro, en muchas ocasiones te lleva a recordar facetas de antiguos profesores, (yo personalmente me acordaba generalmente de dos de los mejores que he tenido) o incluso bromas y gamberradas que transcurrían durante el horario escolar, aunque ninguna llegue a la altura de la de las gallinas en la sala de profesores, ¿quién no ha soñado alguna vez en robar algún examen, escaparse en el recreo a algún sitio "prohibido" o fingir estar enfermo? Aunque también solemos acordarnos de nuestros profesores en determinadas ocasiones en las que nos gustaría recibir parte de su sabiduría, en estas ocasiones se echa de menos algún consejo que nos ayude a salir del problema o del dilema ante el que nos encontramos.
 
No sólo te sientes identificado con las gamberradas, o las conversaciones entre alumno y profesor, padre e hijo, o las circunstancias familiares que aparecen, si no también, como zoquete; es un libro que creo que ayuda e incita a reflexionar a las personas y no sólo a los docentes, pues las circunstancias que se dan en la escuela, no son exclusivamente características de esta, si no que también aparecen en la vida diaria, en el trato con los vecinos, amigos… Este problema como bien dice el autor, no es cognitivo, aunque haya gente que le cueste más entender algunas cosas que a otra, puede ser por multitud de cosas, desde falta de atención, una explicación o un discurso erróneo, hasta la testarudez del receptor que está anclado en su punto de vista o prejuicios que no le dejan ver lo que intentamos explicarle. Además de ser una buena motivación para el docente, la obra es un excelente ejemplo del curriculum oculto, aunque a simple vista puede parecer desinterés por parte del alumno, desidia, pasotismo existencial o cualquier denominación que se nos ocurra, es probable que lo que se necesite sea empezar desde tres peldaños más abajo, sentarse a reflexionar con el alumno, si hace falta desde el primer escalón, y con paciencia alcanzar al resto de los pájaros del grupo para que puedan volar juntos y conseguir llegar a otros puertos más fructíferos utilizando la razón y su capacidad crítica.

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